Gestiones del Régimen franquista entre los familiares de muertos en la Guerra Civil de 1936
Primera publicación 2 de noviembre. Profundamente actualizado el 1 de diciembre de 2019
Nota de disculpa: A comienzos de noviembre publiqué un artículo sobre el origen de los cadáveres turolenses trasladados en 1958 desde Aragón al Valle de los Caídos. Mis primeras conclusiones estaban profundamente equivocadas, achaqué al Régimen que se llevase cuerpos de asesinados por sus fuerzas para rellenar el valle de los Caídos, porque no le prestaban mártires desde las localidades aragonesas. Tenía algún documento que así lo podía sugerir, até algún cabo incorrecto con la bibliografía de la represión en la zona nacional en la provincia, pero mi conclusión era contraria a la verdad.
El mausoleo construido por el régimen franquista a los caídos, una dictadura muy personalista, el que en 1975 pasaría a ser el lugar de enterramiento del generalísimo Francisco Franco, se fue construyendo durante los años cuarenta, y a mediados de los años 50 ya estaba casi terminado. El proyecto de Franco, a la medida de su ego, fue tomar como modelo la abadía de Montserrat y su congregación benedictina, a los cuales admiraba desde que los conoció por 1944, y con cuyo abad, Aureli Maria Escarré, tenía trato estrecho. De hecho, cuando el monasterio del mausoleo de Cuelgamuros estuvo terminado, se designó como futuro abad "al P. Justo Pérez de Urbel, notable escritor e historiador y prior entonces del monasterio de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid, dependiente de Silos, para que llevase a cabo las labores de la fundación".
El proyecto franquista incluía, además, llenar aquel mausoleo de mártires de la guerra que habían provocado. El Estado comenzó a movilizar a su administración para que extendiese la solicitud a los alcaldes. "Según una circular publicada en 1958, para la exhumación y traslado de enterramientos individuales de restos identificados en cementerios había de mediar el consentimiento expreso de los familiares." Conservamos memoria de aquellas peticiones.
El alcalde de Blesa, ante las diligencias que le solicitaron desde el Gobierno Civil de la Provincia de Teruel, estuvo haciendo gestiones con “familiares de caídos en la cruzada” de su localidad y “todos ellos manifiestan lo siguiente: Que ninguno accede a levantar los restos de sus familiares, depositados en un panteón especial que en su día el Ayuntamiento edificó para ellos. Que es su voluntad el tenerlos aquí en el cementerio de la localidad”.
Esto estaba ocurriendo a finales de junio de 1958.
Dos días más tarde, el 30 de junio de 1958, el alcalde de Huesa del Común contestaba en parecidos términos al mismo cargo político: “...que en este término municipal, no existe enterramiento alguno colectivo y solamente existe un panteón dentro del cementerio donde están enterrados los sacrificados por la Patria, vecinos de esta villa, y cuyos familiares una vez invitados, manifiestan desean permanezcan en su actual enterramiento y no sean trasladados”.
Sepultura construida por sus familiares, en el cementerio de Huesa, a siete de los nueve vecinos asesinados el 1 de septiembre en Muniesa.
Se lo respondían unos de forma escueta, otros con todos los respetos que se guarda al poderoso que ejerce la coacción cuando lo necesita, como en Samper de Calanda: "que puestos en antecedentes los familiares de los mismos, sobre lo que de ellos se requería ha sido unánime la expresión de que, aunque sería su deseo dar conformidad al alto espíritu cívico que anida en el ánimo de ese Monumento Nacional, y ser unos más de los fervientes colaboradores, no les es dado el desprenderse de los seres caídos en tan trágicas circunstancias."
Que la intención inicial del monumento en Cuelgamuros era dedicarlo solo a los muertos de un bando parece evidente leyendo el decreto del 1 de abril de 1940, publicado en el aniversario de la victoria del bando alzado:
“Un lugar retirado donde se levante el templo grandioso de nuestros muertos en que por los siglos se ruegue por los que cayeron en el camino de Dios y de la Patria. Lugar perenne de peregrinación en que lo grandioso de la naturaleza ponga un digno marco al campo en que reposen los héroes y mártires de la Cruzada”, tal y como redactó el propio Franco.
Cientos de localidades aragonesas debieron contestar en parecidos términos (nos constan en Peralejos, Plou, El Pobo, La Portellada, Pozuel del Campo, Rillo, Samper de Calanda, Alfambra, Berge, Monforte de Moyuela, Saldón,...), negando sus asesinados al proyecto del Régimen. Y aún así, Aragón será la comunidad de España que más cadáveres exhumados aportó a los 33.833 (o 33.846 según otras fuentes) que terminarán allí enterrados.
Fuente: El Mundo. El gráfico original es dinámico y permite pulsar sobre las comunidades; muy recomendable.
¿Cómo pudo ser? El siguiente mapa de EuropaPressData aporta la respuesta, pues muestra el lugar en el que se encontraban los restos de las personas enterradas en el Valle de los Caídos antes de su traslado (que no el de su naturaleza o vecindad).
Fuente: EuropaPressData
El Régimen dictó también que, "para los enterramientos individuales o colectivos con restos no identificados, fuesen en cementerios o en otros lugares, se podía proceder a la exhumación y traslado sin otras diligencias ni de identificación ni de autorización".
De Teruel comprobamos como sacaron rumbo al valle de los Caídos:
Los exhumados con o sin permiso para edificar la pirámide franquista del valle de los caídos fueron los muertos en acciones de guerra.
En una primera redacción de este artículo incidí en que eran las víctimas asesinadas por los paramilitares, porque coincidía con la lista de las localidades con más asesinados de la provincia de Teruel, según la lista de la historiadora Ángela Cenarro, que subraya que "las localidades que destacaron por el elevado índice represivo [de la provincia de Teruel que cayeron en el bando fascista] fueron Calamocha, Caminreal, Santa Eulalia, Monreal del Campo, Gea, Libros y Villastar...". [fuente: CENARRO LAGUNAS (1996) págs. 78-79]
No era, por tanto, como yo escribí, me dejé llevar por una conclusión precipitada y de una visión interiorizada, que no he podido enmendar hasta ir al Archivo de Teruel a documentarme bien.
La misma historiadora, al cuantificar la cifra de víctimas del terror de los alzados primero y la represión (listas que siempre serán incompletas), me avisaba de mi error: "las [víctimas] comprendidas entre julio de 1936 y marzo de 1939 asciende al menos a 1.022, [...] De ellas 255 hallaron la muerte en la capital [Teruel], 683 en el resto del territorio [de la provincia] y 84 fueron trasladadas a Zaragoza para su ejecución. La represión llevada a cabo antes de finalizar la contienda se repartió desigualmente desde el punto de vista geográfico: [por comarcas]
Así pues, no habría suficientes víctimas de los falangistas y la guardia civil asesinados en el Teruel ocupado, como para ser la mayoría de los cadáveres llevados al valle de los Caídos. Hay víctimas allí, sí, pero no pueden ser la mayoría (a día de hoy hay 31 peticiones de exhumación por familias afectadas, gestionadas por Patrimonio Nacional). La mayoria de los muertos fueron ocasionados en acciones de guerra, bien como militares o como civiles.
En el invierno de 1937-1938 tuvo lugar la batalla de Teruel, y por lo que hemos estudiado recientemente en el AHPTe, en la ficha de Santa Eulalia [AHPTe. Gobierno Civil 1134/77], gran parte de los muertos luego trasladados al valle de Caídos, son los fallecidos en la zona.
Comparando parte de la lista de inhumados inicialmente en dicha localidad (los identificados) con la lista de los enterrados identificados en el valle de Cuelgamuros, están allí.
Es una lástima que la lista de muertos del valle carezca de las útiles indicaciones, que sí se conservan en el archivo turolense, en la lista original: localidad de origen del muerto, nombre de los padres, fecha de defunción y en las observaciones la unidad militar o similar donde vemos muchos unidades, orígenes o el bando del muerto: (8 Bandera C. Aragón, Carros de combate, Toledo 26, prisionero, FET, Legión, Parque artillería, chófer, 3ª cía transmisiones Marruecos, enemigo, sanidad militar...).
En varias zonas de España los restos humanos que se tomaron para reinhumarlos en el valle de los Caídos serían principalmente de fosas comunes de batallas importantes, como se aprecia también en la batalla del Ebro (julio a noviembre de 1938) o el frente de Asturias, o Madrid:
Examinando más documentación comprobamos que otras localidades, muchas, declaraban a la altura del verano de 1958 que no existían enterramientos colectivos de caídos en los frentes de batalla o en el cementerio de la localidad. Sospechosamente, algunas localidades estaban en pleno frente, donde hubo trincheras, puestos de mando, cañoneos y batalla (aunque fuese un día), por lo que extraña que no las hubiese, como en Rudilla [AHPTe Gob. Civ 1134/75], desde donde contestaban "en este término municipal no existen enterramientos colectivos de caídos en los frentes de batalla como tampoco personas enterradas en el cementerio de esta localidad".
En algunas localidades, sí autorizaban que algún cadáver fuese trasladado, aunque no son los familiares de residentes sino que ceden otros que sentimentalmente no les importan (como leemos en Berge o Frías de Albarracín en la documentación del A.H.P.Te. [GC/001134/181 y GC/001134/200]). Paradójicamente, los tres militares de Berge, identificados, que este ayuntamiento declara, no fueron trasladados al valle.
Otras localidades que aparecen en el listado de cuerpos trasladados, están bien documentadas, y los fallecidos no eran naturales de la localidad correspondiente. Por ejemplo, el caso de Albarracín, donde los familiares dieron su autorización a trasladarlos, uno a Madrid porque así acercaban a su muerto a sus tierra natal (Ciudad Real), si bien el otro era de Zaragoza.
Es curioso, y reiterativo, que se trasladaran estas dos tumbas, individualizadas, y se ignorasen las "dos fosas comunes con unas 50 personas enterradas, todos ellos militares muertos en acción de guerra", que según el mismo ayuntamiento de Albarracín había en los cementerios.
La misma ausencia de traslados ocurre en otras localidades, aunque lo pusieron en conocimiento del Régimen:
Además de varias otras que podría citar.
Hay algún caso, pocos, en que el alcalde no se amilanó y en 1958 creyeron su obligación incluir en la lista de fosas de su término aquellas con los asesinados por los Nacionales durante la guerra. El de Frías de Albarracín menciona bien claro las dos fosas, con seis y cuatro vecinos, con sus nombres y apellidos, todos ellos de religión católica, con su ubicación.
Lo hemos contrastado, no están entre los muertos de Frías como excombatientes (tres) o mártires de derechas (no hubo); por tanto eran asesinados; tampoco trasladaron a ninguno de esos diez al valle de los caídos. Las fosas siguen allí. El programa de Memoria Democrática abrió fichas de ambas fosas y alguna más, pero faltan parte de los 10 nombres; y tampoco constan en la lista de víctimas de la guerra civil y represariados del Franquismo (cinco).
En cuanto a las fosas que contienen restos de huesinos asesinados en 1938, que se mencionaban en el artículo de José Burillo Fleta "Huesa, herida abierta (situación previa a septiembre de 1936 y represión de 1938)" [Ossa, nº 53 (enero 2019) Asociación cultural Castillo de Peñaflor], aún no he podido ir al AHPZ a ver si se mencionan las fosas y figurase algún detalle de interés.
Por provincias, desde las que más cadáveres se trasladaron al Valle de los Caídos: Madrid, Tarragona, Zaragoza y Teruel, seguido de Asturias, Castellón y Lleida. "De los restos inhumados desde 1954 alrededor de 21.423 son de víctimas identificadas y 12.410 de personas desconocidas, según información del Ministerio de Justicia." No sé aún porqué se elegía exhumar los cuerpos en unas localidades sí y otras no. ¿Hubo quizá un criterio economicista en los traslados al Valle de los Caídos?
Reinhumando siembre bajo su amparo legal adhoc cadáveres tanto de los soldados de su bando, o del contrario, enterrados en los pueblos o fosas de los frentes, el monumento que iba a ser solo para sus caídos, se convirtió en un símbolo un poco más neutral, mas sin perder nunca su esencia sectaria original.
El profesor Julián Casanova, recordaba durante su intervención en la radio Onda Cero, a raíz de la exhumación de los restos de Franco. "...no es enterrado en cualquier sitio, es enterrado en un centro que él había proyectado a mayor gloria de los mártires de la cruzada, pero como no puede llenarlo solo con mártires de la cruzada, roban víctimas que ellos mismos, los franquistas, habían asesinado durante la guerra civil, era una gran anomalía... que lo compartiera con gente que habían sido víctimas del verdugo..." [minuto 10]
Si Franco quiso ser enterrado en el valle de los Caídos no queda tan claro como publiqué en una primera edición de este breve artículo. ABC publicó en una entrevista al arquitecto del mausoleo de Cuelgamuros que, en una conversación privada con Franco, le había dicho que al lado de la tumba de José Antonio se pondría la de él mismo. Pero luego no debió de transmitirse aquella conversación y en los estertores del dictador, sus fieles colaboradores no tenían claro dónde inhumarlo.
Texto: F.J. Lozano
Foto del monasterio y cruz del valle de los Caídos (Madrid). Fuente: Wikimedia.org
Sepultura construida por sus familiares, en el cementerio de Huesa, a siete de los nueve vecinos asesinados el 1 de septiembre en Muniesa.